Intercambio Friesling/Vitoria
Los 6 artistas alaveses y alemanes acogidos a la beca de intercambio del Proyecto Amarika ultiman la obra que mostrarán en Munich desde finales de mes
Mario Ortiz, Jorge Robredo y Alejandra Bueno preparan sus proyectos en Freising, mientras Alexis Dworsky, Max Schranner y Robert Stark trabajan sus propuestas en dos estudios de Vitoria-Gasteiz
Vitoria-Gasteiz, 8 de octubre de 2010. Los seis artistas acogidos a la beca de intercambio auspiciada por la colaboración entre el Proyecto Amarika y la Residencia Europea de Artistas Schafhof ultiman la obra que reunirán en una exposición colectiva a inaugurar el próximo día 28 en la localidad bávara de Freising, Munich, muestra que también habrá oportunidad de disfrutar en Álava con posterioridad.
Los alaveses, que llevan varias semanas en Baviera desarrollando sus proyectos y conociendo su tejido artístico, son los siguientes: Alejandra Bueno (Vitoria-Gasteiz, 1987), Mario Ortiz (Amurrio, 1978) y Jorge Robredo (Zuazo de Kuartango, 1979).
Por otro lado, los artistas alemanes, que trabajan desde agosto en dos estudios de Vitoria-Gasteiz, son: Alexis Dworsky (Freising, 1976), Max Schranner (Moosburg, 1980) y Robert Stark (Augsburg, 1974).
Todos ellos toman parte en una novedosa iniciativa, desarrollada a partir de una idea del Proyecto Amarika y fraguada gracias a la colaboración entre entidades e instituciones, puesto que aportan fondos, recursos y trabajo de gestión tanto el Departamento foral de Euskera, Cultura y Deportes, como la Agencia para la Revitalización Integral de la Ciudad Histórica de Vitoria-Gasteiz (ARICH), el Artium y el Instituto Cervantes de Munich.
Alejandra Bueno alterna en su proyecto la performance, la videocreación y la fotografía. Mario Ortiz, por su parte, desarrolla un proyecto de carácter conceptual, a partir de imágenes y textos, pero modificándolos en el proceso de trabajo. En tercer lugar, la pintura de Jorge Robredo se centra en el entorno en el que vive, el medio rural vasco en regresión, concentrando su representación en la figura del tractor.
En lo referente a los artistas alemanes becados, Alexis Dworsky reflexiona a partir del contexto radicalmente nuevo en el que el programa de intercambio lo ha situado, haciéndolo como si de “un etnólogo del siglo XIX se tratara”. Max Schranner, en cambio, trabaja pequeñas pinturas que recogen momentos cotidianos, pero, lejos de ser bodegones o naturalezas muertas, se pregunta con cierta vocación alegórica sobre los propios objetos o la práctica pictórica. Robert Stark, finalmente, trabaja desde 2003 con la arquitectura como eje central, aunque desde el año pasado incluye dibujo y fotografía, dando como resultado una especie de collages arquitectónicos.
En opinión del miembro del Consejo Amarika Natxo Rodriguez, “el programa de intercambio tiene la virtualidad de posibilitar la salida de artistas alaveses a un contexto distinto al habitual, pero también es interesante por acercar hasta aquí visiones de fuera”. Según ha indicado, “la tradición existente en Alemania de centros que aúnan alojamiento, estudio y espacio expositivo se ha solventado en Álava gracias a la colaboración entre diversas entidades e instituciones, a quienes hay que agradecer su buena disposición”.

Por otra parte el programa de Inmersiones 2010, dentro del Proyecto Amárika:
Nueva cita de submarinismo cultural al encuentro de los más ocultos e ignotos ejemplares de nuestras costas exteriores e interiores. Oportunidad de encuentro con toda clase de criaturas inéditas, habitantes aún por descubrir del ecosistema de las Artes Visuales. Pequeño congreso que pretende reunir peces neonatos y/o extraños, público ictiófilo e ictiólogos haciendo sus primeros trabajos de campo.
A los ya conocidos formatos de exposición de dossier y presentación personal de proyecto, añadimos este año la posibilidad de diseñar y ocupar algunos espacios expositivos de la sala Amárica y una convocatoria para la participación de críticos de arte neófitos en el certamen.
Los objetivos de Inmersiones 2010 son la visibilidad y la difusión de los artistas y críticos seleccionados.
Para más información, visita su WEB
Una respuesta a “Proyecto Amárika”
RESI I HOL DI MIT MEI’M TRAKTOR AB
Tere, te voy a buscar con mi tractor
(Hit de Wolfgang Fierek, 1985)
No podríamos entender la labor artística de Jorge Robredo sin el entorno en que vive y trabaja: el mundo rural vasco en continua regresión. En la muestra que presenta en la Schafshaus de Freising su obra se concentra en la figura del tractor. Su tratamientoestá totalmente alejado de la representación bucólica e incluso kitch que de él hacen los americanos Donald Zolan o Judy Richardson o de la vertiente retro de Sharon Pedersen. Es claro que un mundo en vías de desaparición no podía tratarse con optimismo a la americana. Como bien explica Adorno en sus “Minima Moralia” (286): “Sin duda los artistas, cuanto más se han tornado hacia su propio interior, han aprendido a renunciar a la satisfacción infantil de la imitación del mundo exterior. Pero al mismo tiempo, gracias a la reflexión sobre lo anímico, han aprendido a discernir más sobre sí mismos”1.
Jorge Robredo ha optado por buscar un símbolo de ese mundo que le rodea. Los símbolos acompañan la historia del arte. En la prehistoria la creación de un símbolo era el paradigma de la cultura. Un signo debe ser percibido como algo más que una imagen, como una unión del objeto y del espíritu; tan cercano como para poder comprenderlo, como infinitamente lejano. La realización de estas imágenes conlleva el radicarse en el pasado y, al mismo tiempo, la apertura y la selección de un tipo de presente, con el objetivo de poner una nueva piedra en el edificio de la cultura.
Nada más acertado para representar la historia, transformación y decadencia del campo vasco que el tractor pues, como considera Guattari 2, una máquina es un ensamblaje de componentes heterogéneos que dan lugar a un nuevo acontecimiento de lo real; componentes sociales, subjetivos, tecnológicos, energéticos, corporales, espacio-temporales etc.
La pintura de Robredo, construida sobre una economía de trazos lapidarios, potentemente gestuales, utiliza una paleta limitada de ocres terrosos y grises grasientos que confiere a sus tractores una fuerza casi telúrica. El descubrimiento de la madera prensada de burda textura como soporte para sus obras refuerza la carga expresiva de su trabajo. La pintura no llega a integrarse totalmente con el fondo y parece flotar y resbalar sobre él, dejando entrever aquí y allá la desordenada, al tiempo que dinámica, estructura de la madera. Este acrílico sucio, que García Márquez calificaría de bastardo, me hace pensar en un pasaje de “El Otoño del Patriarca”: “…porque no es pintura al óleo, sino el más sordido color para edificios, para pintar ventanas. Debajo del olor de la resina diluida en el pigmento, se puede notar aún la emanación bastarda de la trementina” 3.
Para Jorge Robredo concepto e intuición van indisolublemente unidos. Cuando durante su trabajo se abandona al instante, a sus emociones y a sus estados de ánimo, no cesa por ello de contemplar introspectivamente su propia persona. Pintar significa, para él, encontrarse a sí mismo. Su trabajo es una lucha sin cuartel entre él y el cuadro, de la que debe salir vencedor. Sólo entonces habrá conseguido su anhelado equilibrio entre concentración y espontaneidad, entre sentimiento e intelecto.
En esas condiciones las imágenes pueden expresar mucho más que todas las palabras, porque su poesía está menos lastrada que la del lenguaje. Su significado está basado en sí mismas y no en la interpretación que el paso del tiempo va dando a las palabras, desgastadas por el uso. La poesía de las imágenes no cuenta una historia con un principio y un fin, sino que, como el mar, hace nacer continuamente nuevas olas que todo lo arrastran consigo. Estas imágenes, preñadas de poesía, explican mejor el campo vasco y sus gentes (ausentes) que cualquier sesudo y manido discurso. Están alimentadas por una fuerza casi incansable que les confiere un aspecto, siempre parecido y siempre diferente, que nada puede explicar mejor que los versos que Eduardo Chillida dedicara a Juan Sebastian Bach: “Moderno como las olas. Antiguo como la mar. / Siempre nunca diferente, pero nunca siempre igual. / Entre el viento y mi raíz, asombro ante lo más fuerte, / el horizonte, la mar.” 4.
Xabier Aurtenetxe
Múnich, octubre 2010
Hola, soy Jorge Robredo, uno de los artistas becados por Amarika. Les mando una crítica que ha redactado un catedrático de arte sobre mi.Si quieren les mando tambien fotos, trabajando en mi estudio.
Sin otro particular, aprovecho la oportunidad para saludarles
Jorge Robredo Sáenz «www.kanaia.net»